Todos los niños y niñas conocen las monas de Pascua, las cuales reproducen, a menudo, casetas y paisajes.
Seguramente todos ellos también conocen historias donde aparecen tentadoras casas hechas de dulces y probablemente muchos han jugado a hacer construcciones con palillos.
Estos ejemplos nos demuestran que, al menos en el mundo de la imaginación, la arquitectura puede ser comestible (o hecha con elementos propios de la cocina) y que combinar el sentido del gusto con el gusto estético no es una utopía.
El mundo de la alimentación ofrece todo tipo de productos aptos para generar interesantes construcciones.
El espectáculo consiste en una historia contada por el “Ós mandrós”, quien, a la vez, va construyendo con alimentos la escena del cuento.
Espectáculo desarrollado conjuntamente con Ós mandrós (Albert Marquès)